sábado, 21 de agosto de 2010

al final del día.








Atardece. Con la misma velocidad que desaparece la luz en el ocaso, van asomando acordanzas al contemplar la bella anochecida.

La visión del crepúsculo atrae al lado de este observador solitario la presencia incorpórea de princesas de cuento, surgidas de las celdas de la memoria donde se hallaban prisioneras.

De fondo, el refregar de alas de millares de grillos y estridentes chicharras rompe el aparente silencio con su monótono cantar. Algún lejano ladrido se añade al coro de cuando en cuando.

Acuden raudas a sentarse a mi lado las nobles doncellas, liberadas del encantamiento por unos instantes, para hacer más hermosa la imagen que se muestra ante mis ojos.

Una ráfaga de nostalgia se las vuelve a llevar y el sol, ya oculto tras el horizonte, deja paso a una tenue luz de luna que, iluminándome, deja ver como un halo, la intensa melancolía que me invade al sentirme solo nuevamente.

Canción: Noite. Briganthya

lunes, 16 de agosto de 2010

PASEO EXTERIOR, VIAJE INTERIOR,







Ayer, casi por casualidad, hice una pequeñísima parte del Camino de Santiago. Sirvió para que, ese deseo de realizar el Camino, haya crecido aun un poco más en mi interior.

Hace unos meses había encontrado en la red de redes el track de una ruta con comienzo y final en Benavides de Órbigo. Al ser un lugar al que me desplazo con cierta frecuencia, la guardé en mi ordenador con la intención de realizarla si surgía la ocasión… y surgió.

Viajé a Benavides para visitar a unos familiares. Como en verano los días son largos y dan para mucho, llevé conmigo a mi apreciada bici y toda la impedimenta necesaria para una pequeña salida ciclomontañera si la bondad de los visitados perdonaba mi falta de educación por ausentarme. No sé si con sinceridad o aliviados por perderme de vista, consintieron mi marcha sin problema alguno.

Fueron 50 km. en solitario por el páramo leonés. Pedaleando rodeado de cárcavas unas veces, sobre terreno llano, pedregoso, con rectas interminables y monótonas otras. Tres horas de pedaleo sin apenas ver un alma. Un solo peregrino cargado con una enorme mochila, muy cerca ya de Astorga, fue el único ser humano que me encontré. Un zorro, unas cuantas perdices rojas, un par de abubillas, un lagarto de patas cortas pero rápida carrera, así como cuervos, gorriones y algún que otro plumífero volador, salieron espantados al irrumpir repentinamente en su tranquilo devenir. Otra vez fui yo el que puse pies en polvorosa al aparecer desde dentro de un maizal un ladrido bronco primero, un mastín con cara de enojado a continuación. Durante unos metros, que se me hicieron eternos, eché de menos un pequeño botecito, que lleva bien a mano alguien que conozco, para poder atajar radicalmente tales encontronazos.

Ese rodar en solitario, como digo, sirvió también para la introspección. El paisaje suave, el silencio apenas roto por el rodar de la bici, el sol ya cercano a la línea del horizonte, un todo que conformaba el adecuado escenario para ese otro viaje interior.

Entre paisajes áridos, sobresaltos y pensamientos profundos fueron pasando las horas y los kilómetros. Fue una buena tarde a pesar de las ausencias, sin embargo, siempre presentes.

viernes, 13 de agosto de 2010

a otro ritmo, sobre ruedas.






Tras once meses de duro (siempre es duro) trabajo, llegaron las vacaciones. Estos días, liberado de las obligaciones y horarios laborales, estoy aprovechando para el deleite sobre dos ruedas, pero de una forma muy diferente a la habitual.

Sigue siendo la bicicleta la excusa para disfrutar de buena compañía, pero en este caso con un valor muy especial. Es mi hija mi compañera de ruta.

Utilizando los carriles bici que recorren la ciudad, paseamos sin prisa. A veces nos acompaña Claudia, tal vez su mejor amiga. Son momentos tranquilos, de conversaciones acompasadas al pedaleo, de nuevas percepciones de lo que nos rodea a través de la mirada de unas niñas (siguen teniendo mucho de niñas aunque por su edad se las catalogue como preadolescentes con esa manía que existe ahora de clasificar absolutamente todo).

Son esas ocasiones verdaderos bálsamos que calman las heridas que la propia vida se encarga de asestar.


Canción:  Baby. Justin Bieber
(Hoy es Irene quien elige la banda sonora)

 

martes, 10 de agosto de 2010

bici ¿de montaña?

Un kilómetro en 80 segundos, es la marca que consiguió el portugués Paulo Domingues en la prueba de descenso en bici de montaña de O Marisquiño, en Vigo.
Este evento, que pretende celebrar la fiesta del deporte urbano, según señalan sus organizadores, consta de cuatro campeonatos; Skate, BMX, MTB Downtown y Bboying (Break Dance), además de exhibiciones de Grafiti, Parkour o Freestyle Motocross.
Estos días acaba de celebrar su X edición.
A mí me gusta bajar rápido pero esto sobrepasa mi umbral de aceptación de adrenalina. Aunque pensándolo bien... no me vendría mal un buen subidón bajando, acéptenme la incongruencia.
¿Quién dijo miedo habiendo hospitales?


domingo, 8 de agosto de 2010

Sin despedidas.



Se alarga, me intimida y nos aleja

este camino que hoy nació; te abraza

nueva luz que no es mía; se adelgaza

el júbilo de ayer y no alzo queja.



"Sólo unos días", dices. Se refleja

la lluvia en tu mirada, que amordaza

el grito de la mía; se disfraza

el duelo nuevo de sonrisa vieja.



Te irás por un camino sin recodos,

y te veré volver. Vendrás con todos

tus arranques, tu sed, tus ilusiones.



Sólo unos días…Oh, insufrible espera…

Tan reciente en mi vida, quién pudiera

desviar tu camino a mis rincones.

Francisco Alvarez Hidalgo

jueves, 5 de agosto de 2010

¿Cirio o fogata?


"La ausencia disminuye las pequeñas pasiones y aumenta las grandes, lo mismo que el viento apaga las velas y aviva las hogueras."


François de la Rochefoucauld

martes, 3 de agosto de 2010

De Covadonga al cielo.



Este sábado fui de peregrinación. No, no hice ningún tramo del Camino de Santiago, la visita al patrón de España la dejo para otra ocasión. Fue esta una peregrinación un poco más corta, al hogar de nuestra Santina, a Covadonga.

Desde Gijón, algo más de cuarenta almas nos encaminamos hacia la Cova Dominica siguiendo la tradicional ruta que une ambos lugares. El viaje, sobre dos ruedas, dio para mucho.

El camino en sí ya es suficiente pábulo para animarse a recorrerlo. A algunos, supongo, también nos movía un motivo especial -una promesa, un deseo, una petición,…- sin tener que estar vinculado obligatoriamente a lo religioso aunque, seguro, si a lo sagrado del entorno.

Yo tenía una conversación pendiente. Iba a ser la talla de la Virgen la receptora de mi mensaje, mi intercesora, por ser ella la representación del nexo que me une a un Ser Supremo, un ente al que no sabría definir y que no es exactamente ese Dios Católico que las normas educativas vigentes en mi infancia nos imponían e inculcaban a todos los niños. La premura impuesta por el cumplimiento de los horarios establecidos para el retorno, me impidió la visita prevista, pero, no hay problema, Don Pelayo tuvo a bien entregarle el recado de mi parte cuando los visitantes abandonásemos el lugar y la tranquilidad y el sosiego se lo permitiesen.

No fue el sacrificio del esfuerzo en el camino la ofrenda para ser escuchado, no tendría valor alguno pues fueron únicamente mis partes locomotoras las que sufrieron (y algún rasguño en la piel), el resto de mi persona disfrutó como hacía mucho tiempo que no disfrutaba. Coincidieron varios factores para que fuera una experiencia “casi religiosa”, el paisaje, los compañeros de viaje, el buen ambiente y el buen humor en el que todos aportamos algo, la ausencia de accidentes destacables, por otra parte comunes cuando se conjugan bici y terreno agreste, y un sinfín de grandes y pequeños detalles que difícilmente se dan al mismo tiempo y en los mismos lugares.

Por si acaso, lanzo nuevamente desde aquí mi petición (Don Pelayo ya está muy mayor y corro el riesgo que se le olvide) con la esperanza de alguno de los que lean esto tengan comunicación directa con el de allá arriba, o donde quiera que se encuentre. Eso sí, por favor, no hace falta que vayan a darselo personalmente.

Mi mensaje no tiene nada de original, pero no por ello deja de ser importante, pues no es otro que, el que me permita disfrutar mi vida junto a las personas que quiero, solo eso, simple, claro, conciso, como deben ser los mensajes para que no haya posibilidad de mal entendimiento.

No hubo ofrenda, como digo, más que, si acaso, el valor de todo lo bueno o malo que contiene mi propia vida. Que la balanza decida de qué lado inclinarse y el Juez Supremo dictamine si debo o no, ver cumplidos mis deseos .


P.D. Hoy se despedía La Mujer Invisible. Me gustaría que solo fuera un “hasta luego”.


Canción: Stairway to Heaven. Led Zeppelin.