miércoles, 29 de diciembre de 2010

¿Rima XXII? No, hoy la IV.



Hoy esta entrada no tiene sentido. ¿O tal vez sí? Que cada par de ojos y oídos lo decidan por si mismos.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Tras una carta.



Es verdaderamente difícil expresar nuestros sentimientos solo a través de palabras. Pueden quedarse vacías, incompletas o carentes de sentido alguno si no van acompañadas de gestos, pausas, miradas que se encuentran o que, por el contrario, se evitan, caricias, llantos, risas u otros tantos aditivos que añaden matices a lo que expresamos.

Encontrar las palabras adecuadas para definir aquello que bulle en nuestra cabeza o nuestro corazón resulta tarea ardua, incluso imposible. Cuanto más fuerte es la emoción que intentamos comunicar mas difícil resulta describirla.

Por tanto, elegir la escritura como medio para trasmitir todo aquello que estremece nuestro espíritu puede no ser una buena elección ya que corremos el riesgo de dejar perdida entre líneas la esencia del mensaje.

Existen ocasiones, sin embargo, en las que utilizar la lengua escrita facilita decir a la cara según qué cosas, y más si las circunstancias dificultan la labor    -y no me refiero con ello a evitar soltarle  en pleno rostro merecidos reproches a quien corresponda, eso siempre debe hacerse sin intermediarios de ningún tipo- Un TE QUIERO o un LO SIENTO (por poner un ejemplo), pueden ahogarse en nuestra garganta antes de salir, por culpa de la vergüenza o la falta del valor suficiente.

Por suerte, pese a que los sentimientos puedan llegar a su destinatario cercenados por las palabras, a veces la misiva transmite aunque sea una pequeña parte de aquello que pretendemos decir, pero lo suficiente como para que, tras su lectura, la vida ya no vuelva a ser la misma.

jueves, 23 de diciembre de 2010

¡Felices Fiestas!


Hasta mañana, mi vida.



Hoy las aulas se quedan vacías por unos días. Comenzaron las vacaciones escolares pero también los rompederos de cabeza para muchos padres, obligados a realizar verdaderos encajes de bolillos para compaginar trabajo e hijos.

Pequeñas maletas han viajado hoy junto con sus pequeños dueños de camino a casa de sus abuelos u otros familiares. Emigrantes de sus propias casas en busca de temporal asilo.

Algunos de esos padres respirarán aliviados al verse libres durante unas jornadas de sus paternales obligaciones, sin embargo , otros lo sufrirán como una condena, pena impuesta por cometer el único delito de intentar llevar a casa ese pan nuestro de cada día. Y al igual que convictos, dispondrán de apenas un efímero tiempo diario en el que disfrutar de la compañía de sus hijos.

Esperaran, desesperados, la llegada de festivos y fines de semana en los que recobrar brevemente la normalidad del hogar. Durante todo ese tiempo no abandonará su cabeza el dilema de si realmente merece la pena tamaña privación.

En estos tiempos que corren parece que quejarse de los inconvenientes del trabajo es poco menos que una inmoralidad, pero hay sacrificios mucho mayores que el tener que pegarse un madrugón cada día o aguantar a un jefe intratable. Entrar en una casa vacía de risas infantiles después de haber dejado lo más importante de su vida en otro hogar, aunque sea en buenas manos, debe ser un trance muy duro.

Que difícil asunto el de la conciliación trabajo-familia. Mi más sincero ánimo a todo esos padres para los que hoy empezó su pequeño gran calvario, y muy especialmente a las abnegadas madres trabajadoras.

lunes, 13 de diciembre de 2010

¿Dónde tenemos el límite?

A veces me pregunto como una especie tan autodestructiva como la nuestra pudo llegar a ser la dominadora del planeta.

No somos los seres más fuertes o más grandes, ni los mas rápidos, ni con las mejores condiciones físicas para desenvolvernos por nuestro entorno. Seguro que cualquier criatura sería capaz de batirnos en todos hábitats en los que nos hayamos presentes si no nos ayudáramos más que de nuestro propio cuerpo.

Creo que solo una cualidad nos ayuda a convertirnos en los seres más poderosos de la Tierra, nuestra inteligencia -aunque a veces parece que carecemos de ella-. Gracias a ella poseemos una inigualable capacidad de adaptación a cualquier medio.

El ser humano es asombroso, es capaz de hacer posible lo inimaginable. Podemos manejar nuestro entorno para superar nuestras carencias y rebasar así casi cualquier marca que poseyera algún otro ser vivo.

Un buen amigo me envió este video. No dejan de ser imágenes como las que todos los días nos pueden llegar a través del correo electrónico, la televisión, etc. pero en ellas se muestra precisamente eso, que parece que no hay límites para lo que nuestro “débil cuerpo humano” es capaz de hacer.



miércoles, 8 de diciembre de 2010

Tal vez tan solo una estrella más.


Tal vez, una de estas noches en la que las perennes nubes se apartaron para dejar entrever un trozo de cielo, una pequeña princesa haya levantado su vista por casualidad, descubriendo en el despejado firmamento una estrella que desprendía su brillo con algo más de intensidad que el resto.

Tal vez en ese momento, entusiasmada, le haya dicho a su madre -¡Mira mamá, la estrella de los Reyes!- y sus ojos se quedaron prendados en el astro, hipnotizada por la magia de aquella lejana luz.

Tal vez, de camino a su casa con el brillante lucero en su retina, su propio paso la haya hecho pensar que aquella estrella se movía, que la seguía vigilante, que memorizaba su trayecto para luego mostrárselo a los Sabios de Oriente.

Tal vez, cuando las siluetas de los altos edificios escondiesen durante unos instantes aquellos tenues rayos de luz, se apoderase de la niña la angustia por la pérdida de aquel faro del cielo que servía de guía a los camellos cargados de regalos, para recuperar alegre la sonrisa al volver a verla aparecer tras el telón que conformaban las paredes.

Tal vez esa noche la haya acunado su fantasía infantil, trayéndole en sueños la imagen de sus Majestades acercándose poco a poco a la puerta de su casa.

Tal vez todavía esté a tiempo de enviar una carta con mis peticiones a sus Mágicas Altezas si no fuera porque, al elevarse, mi mirada descubre tan solo un punto blanco más en la lejana oscuridad para volver a descender a ras de suelo y continuar de esa manera, con la vista al frente, contemplando la realidad que aplasta con su peso cualquier atisbo de utópica ilusión. Y, tal vez, esta noche, mientras traspaso la línea de la consciencia, un invisible puño comprimirá mi pecho por esas líneas llenas de esperanza que nunca serán escritas.

Disfruta de tu infantil inocencia pequeña princesa.



En que estrella estará - Nena Daconte