lunes, 31 de octubre de 2011

Tres palabras.


Contemplando en sus manos aquel trozo de plástico, dijo “¡me da penina!”. No pude aguantar su mirada triste y, sintiendo que se me rompía el alma, apartando la mía, de mi boca apenas pudo salir un sincero “a mí también”.
Tres palabras las suyas, tres también las mías y, sin embargo ¡cuántas cosas nos decíamos con apenas tres palabras!

lunes, 24 de octubre de 2011

Recordando aquel momento.


Amanece. Un día desapacible da comienzo a otra semana. El sonido del viento y la lluvia traspasa los cristales de mi ventana. El otoño tardío ya está aquí.

 Mientras mi somnoliento cuerpo se introduce bajo el templado chorro de la ducha, la agradable sensación del agua cayendo sobre él ahuyenta el sopor nocturno que aun reinaba en mi mente. Poco a poco vuelvo a tener conciencia de mi mismo, de mi realidad. Dejo atrás los sueños de la noche, presentes en pequeños retazos todavía en mi memoria. De nuevo a la vida, como en un resucitar que es el despertarse cada mañana. 

A alguien le oí decir que no hay más camino que el futuro y en ese camino pienso, también igual que cada mañana, el ritual cotidiano ¿Qué me deparará este nuevo día? ¿Veré cumplido alguno de mis pequeños deseos? Los grandes los dejo apartados, no quiero reparar en ellos aunque a veces me golpeen de forma violenta intentando hacerse oír. Esos primeros minutos del nuevo día los consumo intentando convocar a la suerte, a la buena estrella,  esperando me concedan los dioses algún pequeño favor que mitigue el desasosiego de la rutina diaria. Se, con casi toda seguridad, como transcurrirá el día, no me gusta. Me hace falta recuperar aquellas sensaciones de hace algún tiempo, las que me hacen sentirme vivo de verdad, aquellas que retienen unos instantes algo tan efímero como la felicidad. Sensaciones percibidas con los cinco sentidos.  Emociones profundas hijas de sentimientos ocultos obligados a vivir bajo una aparente normalidad, no siempre conseguida.

Aun no se borró el recuerdo de aquella última vez, creo que nunca se borrará, lo mismo que otros recuerdos como aquellos. La emoción apenas contenida sabiendo cercano el momento, los nervios, la impaciencia, el tiempo que se ralentiza. Por fin allí, la felicidad se desborda. Se que estoy en el lugar apropiado. Me siento cómodo, siempre me sentí, desde la primera vez. El ímpetu del deseo contenido se desata. Intento evitar que me desboque el momento, impedir que las prisas lo arruinen todo. Las primeras sensaciones fluyen, desde los labios me llega su tierna textura, su sabor, mi olfato recoge el aroma que desprende y que tan bien reconozco. Es el preludio de lo que va a acontecer.

 Ya siento su cuerpo  pegado al mío. Me abraza, la abrazo. Sobre ella empiezo a recorrer cada una de las curvas que se me van presentando. La respiración se agita, el pulso se dispara. Diferentes posturas se suceden intentando producirnos el mayor disfrute. La entrega es total, nada puede detener lo comenzado, todo lo que nos rodea es perfecto y quien me acompaña se entrega en cuerpo y alma. El tiempo va pasando, ahora el reloj se acelera al compas de mi corazón, me gustaría que estos minutos duraran eternamente, pero va llegando el final. Conversamos al acabar, también disfrutamos en ese intercambio de palabras, hablamos de nuestras cosas, nos reímos. Vemos de nuevo las imágenes del encuentro guardadas en la memoria una cámara de video. No están nada mal estos aportes artificiales, debemos utilizarlos con más frecuencia, convenimos.

 Ahora, recordando, una punzada me atraviesa. Se me hace ya tan lejano e irrepetible todo aquello. No, no es extraño que cada mañana me levante pensando en ello, ya no en aquellas horas, si no en todos los sentimientos y sensaciones que me dejaron al vivirlas. Espero que quien me acompañaba sienta algo parecido, que esté deseando que se repita, da igual en qué lugar, pero juntos y tantas veces como las circunstancias lo permitan.

No, no podré olvidarlo nunca. Esos dos días en la Ribeira Sacra con los Repechinos no se borraran ya jamás de mi memoria. Mi bici y yo queremos seguir viviendo aquellos días.

martes, 11 de octubre de 2011

No nos olvidemos de las normas de circulación.

Cuando vamos por el monte con nuestras bicis nos creemos con derecho a no respetar las más elementales normas de circulación y, como aquí podemos comprobar, el olvidarse  de que en un cruce sin señalizar tiene preferencia quien se incorpora por la derecha puede dar como resultado lo que aparece en el video.

Hoy por la noche, en la salida nocturna en bici, no nos olvidemos de esto para no ser embestidos por un jabalí.


viernes, 7 de octubre de 2011

Typewriter.

Mi hija llegó del instituto entusiasmada con una composición que les había mostrado su profesor de música. Me llevó ante el ordenador y, rápidamente, buscando en Youtube me puso el siguiente video:






Le sorprendió que yo ya la conociera de hace muchos años. Ahora era yo el que buscaba para enseñarle quien me la había descubierto a mí.