Ahora, algo más de una semana después, añoro aquellos momentos.
Todos los problemas del mundo se resumían en como salvar aquel obstaculo
atravesado en el camino, que trazada sería la mejor para no tener que echar pie
a tierra, apretar con tiento las palancas de freno evitando la temida caída, racionar el esfuerzo para no agotarse a media subida.
Ahora, de nuevo enfrentado a la vida real, añoro la recompensa de aquellos
paisajes. Añoro las apreciaciones simpáticas de Willy,
las palabras sabias de Bluetomate, el contagioso entusiasmo juvenil de Linux o
los pensamientos profundos de Desde´l Picu.
En aquellos momentos la vida era muy simple.
En aquellos momentos la vida era muy simple.
P.D. Tiene razón lo que nos explicaba Fermin en su blog.