Río Infierno, vuelvo aquí, a recorrer tu orilla, a intentar
desprenderme de mis demonios interiores y que tu corriente los aleje de mí.
Un pequeño viaje en
soledad, intentando sacudir mi desesperanza con cada pedalada. A buscar los ángeles
perdidos, a hablarles, a decirles que un sinfín de sentimientos siguen vivos y
se vuelven palpables tras cada revuelta
del camino al distinguir el otoñal traje que viste el paisaje, en cada hoja desprendida de los árboles al contemplarlas caer lenta y suavemente
delante de mí, al escuchar el susurro del agua deslizándose entre las piedras o
el fragor de su sonido cuando se estrella contra ellas precipitándose desde la
altura.
Río Infierno, paradójicamente acudo a ti cuando necesito recobrar la paz.
Río Infierno, paradójicamente acudo a ti cuando necesito recobrar la paz.
3 comentarios:
Una temporada en el infierno sienta a todo el mundo bien,otra cosa es los que vivimos permanentemente en el ya que no encontramos ninguna paz fuera de las calderas de Pedro Botero.
Muy chulo amigo. Yo soy también de los que el infierno lo sienten como algo propio. Un abrazo
Envidia sana.
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